Prédikáció spanyol nyelven, 2006. november 19.

Lekción: Marcos 10,17-27

Texto: Marcos 10,28-31

Etonces Pedro comenzó a decirle: He aquí nosotros, lo hemos dejado todo, y te hemos seguido. ²⁹Respondió Jesús y dilo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por casua de mi y del evangelio. ³⁰que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna. ³¹Pero muchos primeros serán postreros, y los postreros primeros.

Título: Saldo

Bevezetés

En los versos pasados del capítulo 10 del evangelio Marcos, hay tres cuestiones. Los farizeos le preguntaron a Jesús sobre el divorcio. ¿Tal vez, alguno de ellos quiso a liberarse de su esposa? Marcos escribió que ellos quisieron a tentar Jesús, pero tal vez pensaron que el profeta nuevo, Jesús, facilitaría las leyes de Moisés. Pero Jesús – nosotros ya sabemos – fue más riguroso que Moisés. Y sabemos también que Moisés facilitó las leyes por favorecer a la gente.

Después, los discipulos están nerviosos por los infantes. Según el concepto judio, los varónes menores de 12 años, y las mujeres tenían menos derechos. A pesar de esto, los rabinos los bendijeran siempre, cuando no interrumpieran sus tareas de ense&anza a los hombres. Por eso, la reacción de los discipulos malintensionada de presentarle niños a Jesús. Pero Jesús quiso cambiar sus puntos de vista. El quiso enseñarles que si alguien se quiere acercar al Señor, cualquiera sea, en cualquier momento, puede hacerlo sin reparos, es bueno que así sea.

Y luego, en la parabola del joven rico vemos la tensión entre la vida, según Dios y la riqueza. El joven tal vez quiso encontrar una manera de confiar en Dios y tener mucho dinero también. No vió que ser rico no es un pecado según Dios, pero apegarse a la riqueza, lo material, si. Y Jesús quiso convencer lo de que tiene que cortar su lazo de confianza con la riqueza.

Las tres cosas son importantes para la gente, y detrás de estas quedá una misma palabra: entrega. Por ejemplo en el casamiento dos humanos se entregan.

Y el Dios quiere que nosotros nos entreguemos a Él. Nuestro cuerpo, nuestro dinero, nuestro tiempo. Pero de las palabras de Pedro, se desprende que no habían entendido el verdadero mensaje de Jesús.

¿Y nosotros?

1. ¿Que damos al Señor?

Recuerden los tres discipulos, quienes fueron a la montaña con Jesus a encontrar Moisés y Elías. Pedro, Juan y Santiago fueron en el círculo los más cercanos. Si bien Santiago y Juan recibieron el nombre „los hijos del trueno” pos sus irreflexiónes, y Pedro fue quién negó los tres años que pasó con Jesús, para salvar su propio vida. Y este Pedro, después fue el testigo de la respuesta de Jesús sobre el divorcio, fue el testigo de como bendijó a Jesús los infantes, y qué respondió al joven rico, puede estar delante de Jesús con estas palabras. Con las palabras que pueden ser lema de muchos cristianos. Qué significa: „¿Ves, Jesús, quantos te di? Más que los otros.”

El Dios no escribe cuanto dinero ponemos en la canasta, cuanto tiempo destinamos a orar, a escuchar predicación, a leer la Biblia. Porque Él no lo necesita. Orar, leer la Biblia, donar, estar juntos, son nuestras necesidades. ¿Estás presto a conocer el Dios? ¿Estas presto a entender lo? ¿Estas presto a concebir que El no será el perdedor, sino tú?

2. ¿Que recibimos de El?

El céntuplo significa el diez mil por ciento de interes. Según la inflación de hoy, con una caja de ahorro de un banco podemos ganar este interés en mil años. ¿Lo pueden imaginar? El diezmo bíblico significa que le damos a Dios el diez por ciento de nuestros ingresos, como agradecimiento. Al cristiano no faltará dinero del bolsillo. El cristiano que paga el diezmo, sabe lo bueno que es esto.

Pero no sólo por eso podemos estar agradecidos. Pero deberíamos recorder que Dios no sólo multiplica mi diero, sino también mi tiempo, y no sólo por cien. Yo le di mi vida, 70-80 años, y recibí una vida eterna, que ya comenzó. Este es el mejor negocio del mundo. Mejor que si puedo cambiar un vieja, oxidada Dacia a un nuevo y bello Rolls-Royce.

Doy gracias al Señor por todo, y todo se lo entregué a Él.

3. ¿Y cuál es el saldo?

Desde el presidente del Banco Mundial pasando por del ministro de finanzas y la tesorera de la congragación, hasta la jovencita que tiene un sueldo, todos buscamos el equilibrio. Los egresos no deben ser más grandes que los ingresos.

Pero hay una situación, en la cuál no tenemos que estar en equilibrio. La vida cristiana. La conexión con Dios. Bueno, contemos. ¿Qué pasaría quisiéramos llegar a saldo cero? Esto es imposible. No podriámos saldar las cuentas ni siquieta en diez mil veces diez mil años. Pero – gracias a Dios – no tenemos que pagar. Dios creó a los humanos no como una inversión, sino para si regocijo. Para amarse. Para estar en comunión. Y por eso, Dios está listo a pagar cualquier precio.

Y El pagó un precio increíble, un precio escandaloso, un precio inaceptable. La muerte de Su Hijo Único.

Entonces, el saldo es el siguiente: en la columna de ingresos está la muerte y la resurreción de Jesús, y en la columna de egresos dice que hay que dar gracias por eso. No exactamente „hay que”, porque si no lo desean, nadie los presionará. Pero – y es mi personal experiencia –, no tiene sentido evitarlo.

Epílogo

En resumen: podemos recibir todo de Dios, si no pensamos en cuánto le estamos dando a Él. Si vivimos nuestra vida pensando que es de Dios. El cristiano verdadero, que tiene relación con Dios, cuando lee la Biblia, ora, dona, y lo hace por su propio placer.

No lo olviden: Dios no te pide nada. El pide a ti. Quiere que le pertenezcas a Él.